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El pórtico de la Gloria

Escrito por el 31 de agosto de 2022


No hay manera más noble y entretenida de aprovechar las vacaciones que recorrer aquellos viejos caminos de España que atraviesan bosques frondosos y que nos llevan a importantes santuarios del mundo cristiano.

Tal sería el caso del celebérrimo “Camino de Santiago” que se inició a partir del momento en que, en el ya lejano año 813, Teodomiro, obispo de Iria Flavia, descubrió el sepulcro del Apóstol que llevó a España la luz del Evangelio.

En unos cuantos años sobre los restos del antiguo sepulcro romano se construyó una capilla que luego se convirtió en iglesia y así hasta llegar a la magnífica catedral compostelana que hoy en día es una de las joyas de la Cristiandad medieval.

Sin embargo, para llegar hasta ella hay que recorrer un camino iluminado por las estrellas que no sólo se inicia al pie de los Pirineos sino que, siguiendo otras rutas sale desde diversos puntos de Europa.

Hacer el Camino de Santiago no es solamente un recomendable ejercicio físico sino que constituye también un alimento para el espíritu.

Y es que en diferentes tramos del Camino son muchas las capillas, puentes y diversos monumentos que nos recuerdan que estamos siguiendo un sendero de Fe.

Un sendero de Fe que tiene su meta en la imponente catedral compostelana en cuya cripta, situada debajo del Altar Mayor, se guardan los restos del Hijo del Zebedeo que fue el primero de los Apóstoles en ser martirizado.

Todo un monumento de puro estilo románico de planta de cruz latina con el eje central de 97 metros de longitud y cuyo cuerpo transversal mide 65 metros.

Ahora bien, hace ya algunos años que la catedral compostelana sufrió importantes remodelaciones que consistieron el limpiar la barroca fachada del Obradoiro (siglo XVIII) hacer reparaciones en su interior y –quizás lo más importante- devolverle su colorido original al Pórtico de la Gloria.

Detrás de la monumental fachada del Obradoiro se abre el nártex de la basílica, presidido por el Pórtico de la Gloria, el cual fue esculpido bajo la dirección del maestro Mateo entre 1168 y 1188.

Una obra prodigiosa que es testimonio pleno de aquella profunda religiosidad que se vivía en la Edad Media.

Una obra cuyas figuras originalmente fueron esculpidas en colores que se fueron borrando con el paso de los años y que –debido a las recientes remodelaciones- recuperaron su colorido original.

La contemplación de esta obra del maestro Mateo tiene un encanto distinto a diferentes horas del día; y que no es lo mismo contemplarla en las primeras horas de la mañana, al medio día o cuando el sol está a punto de entrar en el ocaso.

En su obra cumbre, el maestro Mateo, en las tres arcadas correspondientes a las tres naves de la catedral, armoniza el pasado, el presente y el futuro del hombre.

Según opinión de don Miguel de Unamuno, dicha obra respira el arte y la piedad medievales.

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FUENTE: ACTUALL.COM



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