Más turigrinos y fodechinchos

A los contados peregrinos que arrastraban los pellejos por el Camino de Santiago hasta que Vázquez Portomeñe diseñó el riego de la ruta xacobea en una servilleta de papel en la taberna compostelana Gato Negro ante el riesgo de que Galicia quedase apartada del reclamo turístico de la Expo de Sevilla 92 y los Juegos de Barcelona se les llamaba “los diesel” con retranca atinada: andaban mucho y gastaban poco. Tres décadas después, con albergues y alojamientos a la altura de cualquier exigencia y bolsillo, a los que no penan con la mochila y recurren al servicio de traslado, por poco más de una caña sin bocata, los guardianes de las esencias los han bautizado como “turigrinos” con culpa por masificar el Camino, principalmente el francés, durante los meses en los que la peña puede largarse de vacaciones. Otoño y primavera se peta de guiris.

Galicia aún no es un destino saturado a pesar del revuelo, todos estamos a los dos lados de la turismofobia

Con el desaire al turigrino que sale de paseo en vez de castigo sucede algo parecido a la presión contra el fodechinchos, palabro que en los inicios se aplicó a los vigueses que ponían pie en O Morrazo. Resulta cómico que los medios nacionales comprasen a la vez una noticia local sobre el garito de Mera (Oleiros, A Coruña) que se declaró “espacio libre de fodechinchos”. La coña se convirtió en afrenta para la prensa madrileña y después de viralizarse mereció la intervención de mentes preclaras como la de un académico murciano y un profesor mariñano para resolver sus diferencias etimológicas a coces en las redes. En resumen, agosto sin incendios no fue un mal mes para la cuenta turística. Pero todavía no somos un destino saturado. Otra cosa es regular la entrada a voces en Santiago y gestionar el acceso a las principales playas. Todos estamos a los dos lados de la turismofobia.

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FUENTE: LA REGION