[No hay estaciones de radio en la base de datos]

Una biblioteca en el Camino para leer y andar mucho

Escrito por el 21 de septiembre de 2024


Una biblioteca en el Camino para leer y andar mucho: En un lugar del Camino de Santiago, muy próximo a Bizkarreta, no ha mucho tiempo que vivía un voluntario de Traperos de Emaús. De complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de los libros. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Pedro Ansó, pero hay quienes se refieren a él como el hombre que trasladó la cultura a los lugares más inhóspitos del Camino, siempre acompañado de su rocín de color amarillo y una carreta plagada de libros por la que han pasado más de 15.000 personas.

A pesar de las muchas similitudes con Alonso Quijano –don Quijote de la Mancha–, a Pedro no se le ha secado el cerebro de tanto leer, pero quiso ser, a su manera, todo un caballero andante. “Aprovechó todos los recursos de los que disponemos en Traperos de Emaús y construyó la biblioteca Kili-Kili, que es un punto de encuentro para la cultura en un lugar donde no hay biblioteca pública y por donde pasa el Camino de Santiago. Esta confluencia de circunstancias hace que se convierta en un reducto estratégico-cultural”, explica Fernando Armendáriz, responsable de los libros de Traperos de Emaús.

Pedro ha sido un gran aficionado a la lectura desde siempre; tanto que en la escuela aprendió a hacerlo del revés: “Mi padre se percató de esta extrañeza porque una vez me dio un libro y le di la vuelta para comprender qué ponía en el texto”, señala. Y, aunque ahora ya lea del derecho, su pasión se mantiene. Es más, todas las semanas “necesitaba” pasar al menos una vez por la biblioteca. Ahora, puede disfrutar cada día de los más de 3.000 libros que se encuentran dentro del terreno. “¡Esto es el paraíso!”, exclama mientras abre los brazos tratando de abrazar todos los libros.

En cuanto al nombre de la biblioteca, además de hacer referencia a una antigua revista de euskaldunización, tanto Pedro como Fernando quisieron homenajear a su gran amigo José Ochoa de Zabalegui, apodado como Kili-kili y natural de Abarzuza, que falleció hace unos años. “Era un hombre que estaba a servicio de todo el mundo y que deseaba difundir la cultura vasca”, señala. Por eso, cuando la biblioteca ya estaba lista, Pedro le comentó a Fernando que “esto le habría encantado a Kili-kili”. De hecho, “él siempre tuvo la idea de crear algo parecido a esto, pero nunca tuvo el dinero suficiente”, añade Pedro. Durante unos segundos, ambos miran la explanada y sonríen satisfechos, con la seguridad de que su amigo, allá donde se encuentre, está disfrutando con este homenaje.

LEER MÁS…

FUENTE: NOTICIAS NAVARRA



[No hay estaciones de radio en la base de datos]