5 Consejos para evitar lesiones en el Camino
Escrito por Ernesto Diaz el 3 de julio de 2023
Caminar es uno de los ejercicios más recomendados, pero el esfuerzo extra que suponen las etapas del Camino de Santiago puede hacer mella en la salud de los peregrinos. Estas son las recomendaciones de iQtra para una travesía libre de lesiones a cualquier edad. 1. Elegir un buen calzado Podemos entrenar nuestros pies para que no aparezcan ampollas y lo mejor para empezar es hacerlo eligiendo un buen calzado.
En la actualidad existen calzados específicos para montaña o senderismo; también podemos pedir asesoramiento según la forma de nuestro pie y pisada. Con el calzado adecuado y adaptado a nuestra forma de caminar deberíamos empezar a entrenar de un modo progresivo. “Tenemos que empezar poco a poco e ir aumentando la intensidad de los entrenos, al igual que en cualquier otro entrenamiento para que nuestro pie vaya desarrollando esas pequeñas defensas frente a cualquier roce que podamos sufrir.
Estas durezas o ampollas no solo aparecen por el rozamiento, sino también por apoyos incorrectos, de manera que, aunque hayamos elegido un calzado adecuado, es recomendable que nuestro podólogo nos haga un estudio de marcha computarizado en el que puede analizar cómo es nuestro apoyo.
Cuando caminamos no estamos apoyando nuestro peso de una manera homogénea en toda nuestra planta. Al tener ciertos defectos, muy comunes en todos nosotros, una plantilla puede corregirlo y hacer que el apoyo sea mucho más repartido, con lo cual las sobrecargas desaparecen”, asegura el Dr. Ángel Villamor, director médico de iQtra Medicina Avanzada.
Los calcetines son fundamentales
Si hablamos del material que deberíamos usar, el calcetín es muy importante, “existen calcetines sin costuras ajustados al pie, mayormente finos, que nos pueden ayudar. Un truco es usar un doble calcetín para que la fricción se reparta y no sea directamente de calcetín a nuestra piel”, prosigue el director médico de iQtra.
- En reposo, usar sandalias mejor que chanclas
A pesar de todos estos cuidados no debemos confiarnos y seguir cuidando nuestros pies en los momentos de descanso. Al llegar a nuestro destino al final de cada etapa y hacer turismo debemos llevar un calzado distinto. “Lo ideal es que sea transpirable para que el pie seque correctamente, la sandalia es el calzado idóneo. Evitemos usar chanclas, cuando caminamos y levantamos el pie del suelo tienden siempre a escurrirse de manera que, inconscientemente, hacemos un esfuerzo levantando la punta de los dedos e incluso levantando la punta del pie para que no caiga.
Este es un esfuerzo extra que no deberíamos realizar en nuestro periodo de reposo y que podría perjudicarnos para caminar correctamente el día siguiente”, recomienda el Dr. Villamor. Si podemos evitar ciertos terrenos, le estaremos haciendo un favor a nuestros pies. Empecemos por la arena, si te fijas en la huella de arena que vas dejando en la playa verás que el talón se clava mucho más que el resto del pie, porque en el talón es donde incide nuestro peso y el impacto del paso.
Cuando caminamos llevamos el talón más levantado, siempre solemos llevar un poco de tacón, incluyendo el calzado deportivo. Si caminamos por la arena el talón irá más hundido y nuestros músculos y tendones sufrirán más. Otro estrés es cuando caminamos por barro muy blando, en el barro blando se nos pega el pie al suelo y hace un tipo de ventosa; aquí debemos hacer un esfuerzo extra para despegarlo. Muchas veces nos encontramos con caminantes que ante un terreno como este vienen con una sobrecarga del músculo que hace este esfuerzo: el músculo tibial anterior.
- Los bastones, nuestros mejores amigos
Los peregrinos también se enfrentan a la Condromalacia Rotuliana. “Una sobrecarga del cartílago de la rótula. La rótula es el hueso que tenemos delante de la rodilla y que se encarga de transmitir a modo de polea la fuerza de nuestro cuádriceps.
En el Camino de Santiago la rótula sufrirá cuando hagamos subidas o bajadas importantes. Nuestro consejo es que llevéis bastones y los empleéis al subir una cuesta y más importante al realizar una bajada. Cuando te ayudas de los bastones le estás quitando un esfuerzo importante a la rótula y la estás preservando”, asegura el doctor.
- Así es la mochila perfecta Pero, ¿cómo debe ser esta mochila para no perjudicar nuestra espalda? “No debe ser muy grande y estar acorde con el tamaño de quien vaya a llevarla, su peso no debe superar el 10% del peso corporal del caminante, y también es importante que las correas estén en buen estado, que sean anchas para que no se claven y que se ajusten bien. Debemos elegir una buena mochila que no solo cargue sobre nuestros hombros, sino que disponga de un cinturón ergonómico que podamos ajustar a nuestra cintura. Este cinturón será el encargado de repartir parte de la carga directamente a la pelvis, de manera que liberamos de todo el peso a la columna”, apunta el Dr. Villamor.
FUENTE: AHORA LEÓN