Vive tu propio camino

Vive tu propio camino: Cada peregrino elige cómo hacer su camino porque no hay una única manera de recorrer esta histórica senda. Ya sea solo o acompañado, a 100 kilómetros de Santiago o desde Roncesvalles, a pie o en bicicleta. Esa versatilidad permite que cada persona que decide emprender esta ruta, por primera o décima vez, se sienta totalmente libre de plantear su viaje y disfrutar de las etapas.

Más de 300.000 peregrinos recorren el Camino cada año

No hay restricciones ni limitaciones: el camino es un lugar donde coinciden todo tipo de personas de todas las partes del mundo. Y es que, aunque camines en soledad, siempre coincides con otros peregrinos a quien desear buen camino o con quien compartir un poco de charla en el albergue, al finalizar la etapa. Y es que la acogida y la hospitalidad son dos señas de identidad del Camino de Santiago que se reflejan perfectamente en su red pública de albergues, lugares para el descanso, pero también para el encuentro entre peregrinos.

Actualmente el Camino de Santiago cuenta con 70 albergues de titularidad pública con capacidad para alojar a más de 3.000 personas cada noche. Estos hospedajes mantienen la esencia de la Edad Media, los orígenes del Camino. Algunos de ellos eran, de hecho, hospitales de peregrinos o pequeños refugios para quienes se dirigían hacia la tumba del apóstol Santiago.

Los albergues que forman parte de esta red están perfectamente acondicionados y disponen de todas las comodidades que los peregrinos necesitan al final de cada etapa: dormitorios con literas, aseo, cocina, sala de estar y lavaderos de ropa.

Son espacios de encuentro, recuperación y reflexión donde los peregrinos pueden compartir sus experiencias, leer tranquilamente sobre la etapa, planificar el día siguiente o, simplemente, contemplar el paisaje. A las 22:30 se apaga la luz y los peregrinos reponen fuerzas para encarar la siguiente etapa al día siguiente.

Además de la red pública de albergues, existe una red privada que cuenta con una asociación: Agalber.

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FUENTE: LA RAZON