Lo que hasta hace poco era considerado como una extravagante ocurrencia de unos cuantos iluminados se ha normalizado. Ahora, buena parte del pack cultural y de ocio está encaminado a crear experiencias; lo mismo da un menú en un lujoso restaurante, un festival de música veraniego que promete revivir la experiencia de Woodstock 69, o una exposición de arte vanguardista. La etiqueta ‘experiencia’ vale como gancho para atraer al público y se ha dado con un auténtico filón publicitario después de un bienio pandémico cojo eventos y actividades.
El Camino de Santiago es una experiencia con mayúsculas. Así es al menos para muchas de las personas que se han embarcado alguna vez en esta aventura espiritual y cultural en la que tienen cabida ingredientes variopintos. Los testimonios recogidos en el Camino de Santiago por parte de la propia página web oficial, caminodesantiago.gal, describen historias humanas, tan intensas y reales como la vida misma.
Jasmin, de origen alemán, salió desde Oporto. “Hice el Camino para buscar la conexión con la gente, conmigo misma, con la naturaleza y con el propio universo. Escuchar las historias de los otros peregrinos es algo muy intenso. Se establece una conexión con todo. El contacto con la gente y contemplar la naturaleza es espectacular”, asegura. Jasmin cuenta una bonita anécdota. “Encontramos un perro solitario. Creo que era de una aldea porque no estaba habituado a los coches. Pues bien, hizo todo el Camino con nosotros. Siempre a nuestro ritmo. Pero ya llegando a Santiago no podíamos acogerlo, porque era muy complicado el regreso con él. Entonces encontramos una familia que se pudo ocupar de él. Un año después, me han enviado fotos… ¡y el perro está perfectamente!”.
FUENTE: NOTICIAS NAVARRA