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El Camino Ignaciano: espiritualidad en bicicleta

Escrito por el 8 de septiembre de 2022

Dice la historia que Ignacio de Loyola tardó casi dos meses (desde finales de enero de 1522 al 21 de marzo del mismo año) en recorrer lo que ahora denominamos el Camino Ignaciano, un trayecto que en su concepción inicial busca tener una relación de cierta complementariedad con el Camino de Santiago. El concepto de este moderno Camino Ignaciano nació en 2012 por iniciativa de un pequeño grupo de laicos y jesuitas que fragmentaron los 650 kilómetros de dicho trayecto en veintisiete etapas que recorren los paisajes de Euskadi, Navarra, Aragón y Catalunya, pudiendo realizarse en unos treinta días.

Aprovechando que 2022 se conmemora el 500 aniversario del peregrinaje de Ignacio de Loyola, vamos a recorrer el tramo vasco de su itinerario, transitando por las comarcas de Urola Garaia, Urola Erdia, Debagoiena, Llanada Alavesa, Montaña Alavesa y Rioja Alavesa. Como la ruta del Camino Ignaciano que se realiza en bicicleta y el trayecto pensado para los senderistas no siempre es coincidente habrá que andar con cierto cuidado para no equivocarse, prestando atención a las señales indicativas.

Comenzamos la ruta

La primera etapa de nuestro periplo nos llevará desde Loiola hasta Arantzazu en un recorrido de 43,2 kilómetros, con un desnivel de 1280 metros y un tiempo estimado de pedaleo de unas cuatro horas y media. Partimos tras haber visitado el Santuario de la localidad azpeitiarra y la imponente casa-torre de los Loyola, también conocida como Casa Santa, pues en ella nació Ignacio. Bajo la sombra imponente de este edificio del S.XIV iniciamos nuestro viaje. Sus primeros veintiún kilómetros transcurren por una vía verde que calca el trazado del antiguo ferrocarril del Urola, dejando a la derecha el río que dio nombre a dicha vía férrea. Y así llegamos a Azkoitia. Acabamos de comenzar a dar pedales (llevamos apenas 3,5 kilómetros de recorrido), pero el afán de conocimiento obliga y quien lo desee hará bien en detenerse a visitar el casco antiguo de este pequeño pueblo, cuna de la pelota vasca, que ofrece al viajero la posibilidad de visitar la imponente torre de Idiakez, el barroco palacio de Insausti y la iglesia renacentista de Santa María la Real. Seguimos camino por la vía verde, cruzando viaductos y túneles. Trece kilómetros más tarde llegamos a Zumárraga, villa desde 1660. Nos gusta dar pedales, pero es casi delito no visitar la ermita de Santa María, La Antigua (S. XIV), construida (según dicta la leyenda) con las piedras arrojadas por los ‘jentilak’, gigantes de la mitología vasca que expresaban así su desdén por el avance del cristianismo.

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FUENTE: EL DIARIO

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