El dueño de un secreto tesoro
Escrito por Ernesto Diaz el 16 de septiembre de 2022
No desentona en absoluto bajo las bóvedas arcillosas de los eremitorios: atesora cierto aspecto de anacoreta con su blanca barba de pantocrátor y su mirada profunda, intensa, a ratos insondable. Admite que cuando se refugia en estas cuevas naturales que fueron, según la leyenda, cobijo de San Caprasio, San Valentín y Santa Pía, mártires del Cristianismo perseguido, siente paz, un recogimiento que le conecta con cierta espiritualidad, una suerte de concentración a la que contribuye el silencio telúrico de estas estancias naturales, capricho de la naturaleza. Reconoce que se siente un privilegiado por poder habitar siempre que quiera tan singulares aposentos, perfectamente habitables. «Fue una locura de juventud», confiesa el artista SegundoEscolar en referencia a su condición de propietario de los tres eremitorios conectados entre sí que se asoman en perfecta balconada al caserío beliforano.
El sol verspertino de septiembre juega a hacer sombras en el interior de la gruta, por donde Escolar se mueve con soltura apoyado en su bastón. Tiene una ingente colección de vasijas de cerámica que adornan cada rincón de este espacio único; en la estancia más amplia hay una gran mesa con sillas; en la más profunda, la bodega; en otra, la cocina con chimenea y un baño. «Se podría vivir aquí perfectamente. Y la temperatura siempre es la misma, tanto en verano como en invierno: en torno a los 16 grados», dice exhibiendo una sonrisa beatífica. El escultor y pintor llegó a Belorado hace casi medio siglo. En la falda del promontorio llamado Caprás se construyó una casa enorme, donde está el taller en el que ha trabajado toda la vida. Al cabo, supo que el Estado subastaba los terrenos en los que se hallan los eremitorios. Y los compró. «Me pareció un espacio bonito, que podía habilitarse como una estancia para pasar tiempo en verano, por ejemplo. Tengo tres escrituras: una del Boletín Oficial del Estado, otra del Boletín Oficial de la Provincia y otra del Registro de la Propiedad».
No dudó, poco después y respetando la configuración de las cuevas, en realizar una intervención que integrara estas en su finca, esto es, en convertirlas casi en una estancia más de la casa. «Lo único que hice fue poner el suelo, ventanales, puertas y hacerlo habitable. No se tocó nada más, como se puede ver.Las cuevas están intactas», dice señalando en derredor con su cayado. Recuerda que uno de los eremitorios estaba tapado con adobe. «Se dice que en torno al siglo III estuvieron aquí esos mártires, que llegaron a través del Camino de Santiago», explica Escolar.Cuando conoció las cuevas, alguien le dijo también que los ‘moros’ habían ocultado en ellas un tesoro. «Todo eran leyendas en torno a este sitio. Pero puedo asegurar que no hay ningún tesoro».
FUENTE: DIARIO DE BURGOS
Camino de Santiago en bici eléctrica: ¿Me dan la compostelana?