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El Camino de Santiago y el alquimista

Escrito por el 5 de diciembre de 2022


El Camino de Santiago y el alquimista: El sol casi nos cegaba cuando abandonamos la Basílica de San Isidoro. Era uno de esos días claros, de cielo azul cristalino, sin nubes, y el aire libre de impurezas.

Tras un corto paseo mientras fumábamos unos cigarrillos, fuimos a visitar el “Centro de Interpretación del León judío y el Camino de Santiago”, situado en el barrio de Puente Castro, llamado en tiempos antiguos Castro de los judíos, por albergar la aljama hebrea, edificada a su vez sobre un remoto poblado astur.

Era curioso. Había estado en León varias veces, la última hacía unos meses en una boda, pero nunca había paseado por la ciudad con la conciencia de estar haciendo algo trascendente. El Camino confiere ese sentimiento profundo y hace que las huellas de los peregrinos de todas las épocas se fundan para siempre.

La iglesia de Santa Ana estuvo dedicada al Santo Sepulcro. Fue el primer templo construido para acoger a los que iban a Santiago. Al lado había un osario donde se colocaban los restos de los que morían antes de alcanzar su meta. Algunas plazas y calles leonesas están marcadas por sucesos históricos y leyendas. Hacia el siglo XI un pastor encontró una imagen de la Virgen entre unas zarzas, que empezó a ser conocida entre los parroquianos como la Aparición.

En su lugar, en la plaza del Grano, existe hoy una cruz de hierro en recuerdo del acontecimiento. La Puerta Moneda es el lugar donde en la Edad Media los monederos acuñaban moneda de oro, plata y cobre, además de ejercer de cambistas con los santiaguistas procedentes de otras naciones, lo que contribuyó al desarrollo económico de la ciudad.

No faltan las leyendas de profesiones de fe, como la del centurión romano Marcelo, de la Legio VII, que le costó el martirio; o historias interesantes como la de Nicolás Flamel.

—Aquí encontró Nicolás Flamel la interpretación de su grimorio —comenté—. Bueno…, en el caso de que lo que se cuenta de él sea cierto.

—No sé de quién me hablas —dijo Virginia—. ¿Quién es ese Flamel?

—Es un alquimista francés. No se sabe si existió o si es un mito como tantas historias relacionadas con el Camino. Para mí, esta nebulosa entre la realidad y la ficción lo hace todo aún más atractivo.

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FUENTE: PERIODISTA DIGITAL

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