Llegar y besar el Santo
Escrito por Ernesto Diaz el 19 de junio de 2023
Tras una larga temporada en la que la COVID obligó a alterar las costumbres y ritos de los peregrinos, la Catedral de Santiago ha vuelto a permitir que los cientos de visitantes que llegan al templo diariamente puedan volver a abrazar la figura del Apóstol que preside el altar mayor.
Atención, Catedral en obras
La historia del abrazo al Apóstol comienza a finales del siglo XV, unos tiempos de gran agitación en Compostela: las revueltas de los irmandiños y la represión de las mismas por parte del obispo Berenguel (un personaje polémico como pocos en la historia compostelana) había dejado la ciudad irreconocible. La misma catedral sufrió grandes desperfectos, que están en el origen de la historia que nos ocupa.
El ciborio original encargado por Xelmírez estaba muy deteriorado y pasado de moda, por lo que su sustitución era algo necesario. De esta menra, se comenzó a construir un nuevo y monumental baldaquino para albergar una nueva escultura del Apóstol Santiago. La innovación en esta estructura fue muy notable para la época, ya que prescindió de los pilares que típicamente sujetan estos elementos, optando por una estructura ‘flotante’ que sorprendía enormemente a los peregrinos y devotos.
Esta elección, sin embargo, obligó a cambiar para siempre el recorrido que los peregrinos hacían en torno al altar mayor. Con algunas alteraciones menores, es exactamente el mismo que hoy se realiza.
El ritual del abrazo al Apóstol
Aunque la costumbre de llegar y besar el Santo se asentó en el siglo XVI, la estatua del Apóstol ya existía en el siglo XIII. Su nueva ubicación bajo el espectacular baldaquino la hizo más accesible, por lo que los peregrinos realizaban rituales algo improvisados y aleatorios: los alemanes tenían por costumbre poner sobre su propia cabeza una corona de plata que pendía sobre la cabeza del Apóstol; otros, quizá más irreverentes, le ponían a la talla su propio sombrero de peregrino.
FUENTE: EL CORREO GALLEGO