«El Camino Ignaciano nos hace mejores»
Escrito por Ernesto Diaz el 2 de febrero de 2025
Palau d’Anglesola es un pueblo de 2.200 habitantes en el Pla de Urgell, en Lérida, una comarca agrícola de regadío a 20 kilómetros de la capital. Es uno de los 60 municipios que forma parte de la Asociación de Municipios del Camino Ignaciano, constituida en Manresa hace unos días.
«Por aquí pasan peregrinos a Santiago y a Manresa. Somos hospitaleros y los acogemos en un pequeño albergue de ocho plazas, muy familiar», explica Francesc Balcells i Teixidó, alcalde de la localidad. Cuenta que hace 15 años se creó en el pueblo la asociación Amics del Camí con este fin, entroncando con una tradición hospitalera que les ha llevado a acoger a más de 300 peregrinos el año pasado. Hace dos años organizaron además un campo de trabajo para jóvenes que se llamaba Todos los caminos van al Palau, porque otro itinerario de la zona une comarcas de habla catalana y otro va de Lérida a Gerona.
«Seguramente san Ignacio pasó por aquí de manera anónima», cuenta Balcells, pero «al estar en la parte final de su camino nos gusta pensar que forjó su carisma andando por estos parajes. Si trasladamos su peregrinación a los ejercicios espirituales que ideó, estas etapas corresponderían a la conversión y el cambio de vida».
En este mismo sentido, «a los habitantes de Palau d’Anglesola nos hace mucho bien tener el Camino aquí, nos hace mejores», añade. Lo dice porque «el ritmo de un peregrino nos interpela. Y si puedes hablar con él te abre horizontes y te hace descargar tu propia mochila».
El Camino Ignaciano es un itinerario que parte de tierras vascas y pasa por la Rioja, Navarra y Aragón hasta tierras catalanas, acabando en Manresa, en una de cuyas cuevas el santo fundador de los jesuitas creó los ejercicios espirituales. Son en total 650 kilómetros divididos en 27 etapas, que parten concretamente desde la casa natal de Ignacio en Loyola, en el País Vasco, hasta lo que se conoce como la Cova de San Ignacio en la ciudad de Manresa, cerca del monasterio de Montserrat, en Cataluña.
Esta misma ruta que transitó el santo en 1522 une ahora a estos municipios, que buscan así organizar la acogida a los peregrinos, dar a conocer sus atractivos turísticos y optimizar el potencial cultural e histórico que atesoran.