El Camino más virgen abrazado por el mar
Escrito por Ernesto Diaz el 21 de septiembre de 2022
El viento te azota, a veces con cariño y otros con furia, desde la Atalaya de Porto do Son como si estuvieses en la proa de un barco a punto de emprender una hazaña. Tiene un aire épico arrancar este camino de dos variantes con forma de Y justo desde aquí, con la vista del monte Louro -simbólico lugar donde acaban las Rías Bajas y comienza la Costa de la Muerte– emergiendo al otro lado de la ría de Muros y Noia. La otra opción más habitual es iniciar la ruta desde el pueblo de Muros, famoso por su pasado marinero medieval. Por eso nosotras optamos por Porto do Son. Las dos vertientes confluyen en Noia, para acabar en Santiago a los pies del apóstol.
La mañana se presenta excitante. Amanece con un sol inapelable, con el que entramos en el ayuntamiento de Porto do Son en busca del alcalde, Luis Oujo, pero, al salir un rato después, parece otro día de nubes perladas que prometen lluvia. Cuando ya te lo has creído, el cielo cambia de nuevo el guión de un camino que va sorprendiendo sobre la marcha y en el que la climatología le pone emoción al recorrido, dotando de dramatismo o festividad a cada paisaje. Fuera prisas, la calma impera entre los lugareños y no hay vacuna que frene su contagio.
“El Camino siempre es positivo, te hace desconectar totalmente. La gastronomía es un plus también, porque sabes que aquí se parte de producto del entorno, casero, de la aldea. El Camino te permite hablar con la gente del lugar y conocer esas cosas que solo se transmiten en el tú a tú.
FUENTE: GUIA REPSOL