El Corazón del Camino Late de Nuevo en Grañón: Emotivo Homenaje a José Ignacio Díaz

La mañana del sábado 4 de octubre, el pequeño pueblo de Grañón, en La Rioja, se transformó en el punto de encuentro de un sentimiento universal: la gratitud. Cientos de voces, muchas de ellas de peregrinos y hospitaleros, se unieron en un emotivo homenaje a José Ignacio Díaz, el párroco que dedicó su vida a encender la llama del espíritu jacobeo.

La jornada comenzó con la celebración de la Eucaristía, un acto de fe y recuerdo presidido por el arzobispo emérito de Mérida y Badajoz, Don Celso Morga, y concelebrada por Alejandro, el párroco de Grañón. La Coral Concordia, bajo la dirección de Estitxu Castellano, elevó su canto, vistiendo la ceremonia de una solemnidad profunda y conmovedora.

El momento culmen llegó en la plaza del albergue, un lugar que José Ignacio convirtió en un hogar para almas cansadas. Allí se desveló un busto en su memoria. Entre aplausos y lágrimas discretas, el autor de la escultura, junto a autoridades locales, sacerdotes y miembros de asociaciones llegados de toda España, honraron la silueta de un hombre que se hizo gigante a través del servicio humilde.

El encuentro concluyó con un simple pero significativo picoteo y una comida posterior, donde los Hospitaleros Voluntarios compartieron mesa y, sobre todo, innumerables recuerdos de su mentor. Cada abrazo y cada anécdota contada en la plaza resonaba como un «gracias» póstumo al hombre que les enseñó que el verdadero Camino es el de la fraternidad.


¿Quién fue José Ignacio Díaz para la Comunidad Jacobea?

José Ignacio Díaz (Ausejo, 1954 – Logroño, 2023) no fue solo un párroco riojano; fue el arquitecto invisible del espíritu que hoy envuelve el Camino:

  • El Padre de la Acogida: Es aclamado como el fundador de Hospitaleros Voluntarios, la institución que desde 1992 organiza la red de solidaridad en los albergues. Su legado se mide en miles de camas preparadas y sonrisas ofrecidas.
  • El Párroco con los Pies en el Barro: Desde la iglesia de Santiago el Real de Logroño y, de manera icónica, en el albergue que impulsó en Grañón, demostró que la fe se vive entre las ampollas y el cansancio de los viajeros.
  • El Guardián del Ideal: Tomó las riendas de la revista Peregrino, convirtiéndola en un faro que guió y dio forma al moderno movimiento jacobeo a partir de los años 80.
  • Mentor y Alma del Servicio: Para los peregrinos y voluntarios, fue un referente moral, dejando una impronta imborrable de sencillez, humor y dedicación.

El sentimiento final de todos los congregados se resumía en una frase: «Gracias por haber sido parte de nuestras vidas, José Ignacio Díaz.» Su espíritu permanece, no en la piedra del monumento, sino en cada huella marcada en el sendero.