El Misterio del «Peregrino Fantasma del Donativo»: ¿Mística Jacobea o Contorsionismo de Bolsillo?
¡Ah, el albergue de donativo! Ese oasis de paz y convivencia en el Camino de Santiago, donde la generosidad es la moneda y la confianza, el aire que se respira. O eso es lo que uno espera. Porque en este micromundo de mochilas, ampollas y calcetines secándose al sol, existe una subespecie de peregrino tan enigmática como las leyendas jacobeas: el Peregrino Fantasma del Donativo.
Llega cansado, sí, como todos. Ocupa su litera, estira sus músculos, y se ducha con ese entusiasmo que solo te da saber que el agua está caliente (¡milagro!). Participa en la cena comunitaria, ríe con las anécdotas, comparte un vino de dudosa procedencia y, quizá, hasta te da un masaje en los pies con esa crema milagrosa que solo él tiene. Es el alma de la fiesta, el compañero perfecto.

Pero al amanecer, cuando el primer gallo se atreve a desafiar la oscuridad (o cuando el primer roncador entra en fase REM), algo mágico sucede. El Peregrino Fantasma del Donativo se desvanece. No deja rastro. Bueno, sí, a veces una toalla olvidada o una chancla de playa que nadie quiere reclamar. Pero lo que no deja, lo que jamás deja, es… ¡el donativo!
Uno se pregunta: ¿Es una nueva forma de ascetismo peregrino, una prueba de desapego material? ¿O acaso creen que el albergue funciona con energía solar mística y el sudor de los hospitaleros? La caja del donativo, que al final del día anterior lucía prometedora, amanece con la misma cantidad (o menos, si alguien se equivocó y la usó para comprar un café).
Hemos visto de todo:
- El «Ninja del Amanecer»: Capaz de recoger su mochila en silencio sepulcral, calzarse las botas sin hacer el menor ruido y desaparecer antes de que el primer rayo de sol toque la ventana. Su donativo es tan sigiloso como su marcha: inexistente.
- El «Filósofo del Bolsillo Vacío»: Te dará una charla inspiradora sobre el valor de la experiencia sobre lo material, sobre cómo el verdadero Camino se vive con el corazón, no con la cartera. Su donativo es, por supuesto, esa valiosa lección de vida.
- El «Amigo Invisible»: Se hace tu amigo la noche anterior, te pide ayuda con una ampolla, te cuenta su vida. Te promete que por la mañana deja «lo que sea». Lo que sea resulta ser una burbuja de aire.
- El «Pagan Peregrino»: Aquel que, tras noches de dormir gratis, empieza a invocar a los dioses antiguos para justificar su falta de contribución, ¡porque la «energía del Camino» es su ofrenda!
Mientras tanto, los hospitaleros, esos santos laicos, sonríen. Porque saben que, por cada Peregrino Fantasma del Donativo, hay diez que dan con el corazón, que entienden que esos 5, 7 o 10 euros (o lo que cada uno pueda y sienta) no solo mantienen las luces encendidas y el agua caliente, sino que son el combustible de la generosidad y el altruismo que hacen al Camino, precisamente, el Camino.
Así que, si te encuentras con uno de estos espectros financieros, no te ofendas. Solo ríe. Y si tú eres uno de ellos… ¡quizás la próxima flecha amarilla te lleve directamente a un cajero automático! O mejor aún, a la caja del donativo del siguiente albergue, donde la magia, la hospitalidad y, sí, el dinero, siguen haciendo posible este sueño llamado Camino.
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