La Fauna Más Peligrosa del Camino: El Peregrino Basuriento
El Camino de Santiago es una experiencia de introspección, hermandad y, para muchos, un retiro espiritual. Sin embargo, en las últimas semanas, los guardias del Seprona y los hospitaleros están alertando sobre una amenaza que no viene de las temidas ampollas, sino de un espécimen mucho más dañino: el «Peregrino Basuriento» (Homo-desechus caminus).
Este tipo de caminante, cuyo rastro es tan inconfundible como su huella de gomaeva sobre la Tierra, está reescribiendo el código genético de la ruta jacobea, transformando los idílicos paisajes gallegos y castellanos en un extraño popurrí de plásticos y envoltorios.

El Hábitat del Homo-Desechus
El Peregrino Basuriento no necesita una credencial, pero sí grandes cantidades de envases. Sus principales marcas de territorio son:
- El Triángulo de las Bermudasde los Plásticos: Se sitúa justo antes de la papelera, a una distancia de unos 50 centímetros. Es un área mágica donde las botellas de agua (Aquarius peregrinus) y las latas de cerveza (Cervesa del Finalis) pierden misteriosamente la capacidad de volar hasta su destino final.
- El Sendero de las Barritas Energéticas: Dejan un rastro de envoltorios de colores fluorescentes que, según los expertos, sirven para guiar a la siguiente manada. Se ha documentado que el sabor de una barrita consumida a 15 km/h a primera hora de la mañana inhibe por completo la motricidad fina de los dedos para plegar el envoltorio.
- Los Calcetines Fósiles: Una de las aportaciones más perversas de esta especie son los calcetines abandonados a los pies de las fuentes o, peor aún, colgados de los árboles como extrañas banderas de la rendición. No solo atentan contra la estética, sino que, en palabras de un albergue gallego, «huelen a pecado original y alcanfor».
La Ley de la Mínima Resistencia
¿Por qué se produce este fenómeno? Los sociólogos del Camino han acuñado la «Ley de la Mínima Resistencia del Peregrino». Esta postula que, por cada kilómetro recorrido, la fuerza de voluntad necesaria para cargar con un envase vacío disminuye exponencialmente, alcanzando el punto cero justo al lado de un hermoso riachuelo o un muro de piedra centenario.
«El Peregrino Basuriento siente que ya ha hecho suficiente por la humanidad caminando 25 kilómetros con un solo par de pies», explica con ironía el hospitalero Manolo, recogiendo un envoltorio de tortilla de patatas. «Creerá que llevar una cáscara de plátano en la mochila es una agresión a su columna vertebral. La mochila, a estas alturas del viaje, solo debe llevar sueños y gel hidroalcohólico».
Medidas Disuasorias (y Ridículas)
Ante esta crisis, las asociaciones de Amigos del Camino barajan tomar medidas drásticas que van desde lo educativo hasta lo abiertamente cómico:
- El «Cargamento de Culpa»: Obligar al Peregrino Basuriento reincidente a cargar con una mochila que contenga toda la basura acumulada del día anterior.
- La «Multa del Selfie»: Imponer una sanción económica por cada selfie tomado al lado de una flecha amarilla, a menos que el fondo esté visiblemente libre de plásticos.
- La Penitencia Musical: En los albergues, se obligará al infractor a escuchar la misma canción de cuna medieval en bucle hasta que haya clasificado el último residuo.
Mientras tanto, la flecha amarilla seguirá indicando el camino a Santiago. Solo esperamos que, con el tiempo, el mensaje de la flecha se amplíe para incluir: «Sigue, y llévate tu basura, por favor.» El Apóstol y la fauna silvestre te lo agradecerán.
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