El poder curativo de caminar
Escrito por Ernesto Diaz el 28 de octubre de 2022
Nuestra época parece seducida por la velocidad en el decir, en el hacer y en el pensar. Esta premura también afecta a cómo viajamos. Ansiamos llegar lo más rápido posible, rentabilizar al máximo los desplazamientos, exprimir todo el tiempo que pasamos fuera de casa… Sin embargo, existe una obstinada resistencia ante esta tiranía. Es la de los miles de caminantes que, ante la mínima posibilidad, cogen la mochila y se lanzan a recorrer sin prisa senderos y rutas peatonales. En España, un buen ejemplo de ello es el Camino de Santiago, que este año celebra su Xacobeo.
El sociólogo francés David le Breton es uno de los principales activistas de esta revolución tranquila. Autor de obras como Caminar la vida. La interminable geografía del caminante, Desaparecer de sí. Une tentación contemporánea y Elogio del caminar –todos publicados por Siruela–, Le Breton recuerda que su primera caminata de importancia fue fruto de una crisis personal: “Me embarqué en un viaje del que pensé que no habría regreso. Tenía poco más de veinte años y quería desaparecer. Fue en Brasil. Experimenté la belleza de ciudades como Río, Recife, Sao Luis, Belém, Manaus… caminé sin cesar, días enteros, casi sin dinero… Pero nada frenó mi caída, ni la sensación de que mi existencia no tenía sentido. Fue sólo al regreso cuando tuve la convicción de una especie de renacimiento, de haber superado una prueba vital”.
En su caso, el caminar ejerció de terapia de sanación. ¿A qué podemos atribuir el poder curativo de caminar? En opinión de Le Breton, caminar libera las presiones que pesan sobre nuestros hombros, las tensiones vinculadas a las responsabilidades sociales e individuales del día a día. “El caminante piensa sobre todo en el momento por venir y en la naturaleza de lo que solo él decide”, explica.
FUENTE: EL PERIODICO