Cada equinoccio, la iglesia románica de Santa Marta de Tera, en Zamora, se convierte en escenario de un espectáculo único donde la luz solar ilumina con precisión la figura del apóstol Santiago.
En estos días de septiembre, coincidiendo con el equinoccio de otoño, la iglesia románica de Santa Marta de Tera, situada en la comarca zamorana de Sanabria, vuelve a ser protagonista de un fenómeno astronómico y artístico que atrae tanto a estudiosos como a curiosos: la luz equinoccial.
Cada amanecer, durante unas jornadas muy concretas, los rayos del sol penetran por el óculo oriental del templo y avanzan hasta iluminar con exactitud el relieve de Santiago peregrino que preside una de las pilastras interiores. Este instante, cargado de simbolismo, conecta la arquitectura medieval con los ritmos astronómicos, recordando el vínculo entre fe, naturaleza y conocimiento que inspiró a los constructores románicos hace más de nueve siglos.
El fenómeno se observa en los equinoccios de primavera y otoño, momentos en los que el día y la noche tienen prácticamente la misma duración. En Santa Marta de Tera, este equilibrio de la luz se traduce en un espectáculo que muchos describen como místico: el peregrino iluminado por el sol, justo cuando los caminos y las cosechas entran en una fase de transición.

Santa Marta de Tera no es solo conocida por este suceso lumínico. Se trata de uno de los templos románicos más antiguos de la provincia de Zamora, fechado en el siglo XI, y también guarda uno de los relieves más antiguos de Santiago apóstol vestido de peregrino, motivo por el cual el lugar ha sido vinculado históricamente al Camino de Santiago. El fenómeno de la luz equinoccial parece reforzar esta relación, ya que el propio recorrido solar podría haber servido como símbolo de guía para los caminantes medievales.
Cada año, decenas de visitantes se concentran en el interior de la iglesia, en silencio expectante, aguardando los primeros rayos que atraviesan la nave. El ambiente, según relatan los asistentes, es sobrecogedor: un instante en que el tiempo parece detenerse y la piedra cobra vida gracias a la precisión del sol.
Las autoridades locales han recordado que el acceso al templo durante estos días especiales suele tener un gran interés turístico y cultural, por lo que se recomienda a quienes deseen contemplar el fenómeno llegar con antelación. Este espectáculo natural y artístico no solo pone en valor el patrimonio histórico de Santa Marta de Tera, sino que también convierte a Zamora en un punto de encuentro entre tradición, ciencia y espiritualidad.
En definitiva, el fenómeno de la luz equinoccial en Santa Marta de Tera es un ejemplo extraordinario de cómo el ser humano medieval supo integrar arquitectura, fe y astronomía en una misma obra, cuyo legado sigue vivo y brillando, literalmente, cada equinoccio.