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Pola de Siero y su albergue sin reservas

Escrito por el 28 de agosto de 2022


A un paso del Camín, en la misma ruta jacobea que se interna por las calles de Pola de Siero a la altura de la estatua dedicada a los músicos Falo Moro y Ángel Embil, las torres de la iglesia de San Pedro se antojan en la mirada del peregrino una suerte de pequeña catedral compostelana. La ilusión óptica y esperanzada del romero se corresponde en cierta medida con la realidad histórica de esta villa fundada en torno al Camino, ya que en el mismo solar donde hoy se alza el templo parroquial estuvo la antigua Alberguería de San Pedro, heredera del hospital que fundó la piadosa María Ordóñez en el año 1141 para atender a pobres y peregrinos. No muy lejos de allí, en la llamada Casona de San Miguel, abre sus puertas el actual albergue municipal, velado por la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Siero, Sariego y Noreña.

El asilo para peregrinos levantado en el siglo XII puso este enclave del territorio de Siero en el mapa del flujo humano que seguía la ruta jacobita y propició que una centuria más tarde, en 1270, el rey Alfonso X el Sabio concediera a los habitantes del lugar la carta puebla que daría nombre y continuidad a la villa hasta nuestros días. La afluencia de viajeros a El Salvador y Compostela fue constante a lo largo del tiempo por esta vía que continúa la de la costa para dirigirse a Oviedo. De esos miles de caminantes quedan pocas referencias documentales, salvo de quienes terminaban aquí su trayecto vital, pasando a ser registrados en los libros de defunciones parroquiales. La historiadora María Josefa Sanz recoge los últimos pasos de la suiza Ana María Geleze, natural del obispado de Constanza, concretamente de Sombri en el señorío de Cengala, que falleció en el hospital de La Pola en el 1780: «Sería de cinquenta (sic) años, más o menos», apuntó el autor de la anotación. Unos años antes, en 1758, la misma investigadora, localiza otra peregrina, en este caso italiana, de nombre Verónica Cruzano, quien enviuda en la villa sierense de su marido Joseph Renoldi, Se refiere de ellos que provenían de Vimala: «En el Piamonte, reino de Turín en la Savoia». La alberguería seguiría prestando auxilio a los romeros hasta entrado el siglo XIX.

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FUENTE: EL COMERCIO

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