¡Sacrilegio Jacobeo! La Invasión Basura de Falsas Tradiciones que Profanan Santo André de Teixido
Pañuelos sucios, calcetines y montañas de piedras: el ‘Camino’ de la ignorancia turística sepulta la auténtica devoción en Cedeira, convirtiendo un santuario milenario en un vertedero de «selfies» y supersticiones baratas. ¡Basta ya de profanar Galicia!
Santo André de Teixido, Galicia – Es una imagen que debería remover conciencias, pero que, lamentablemente, se está convirtiendo en la norma: alambres repletos de papeles, mascarillas usadas, pañuelos, ¡y hasta ropa interior! Esto no es un tendedero improvisado ni una instalación de arte moderno; es el lamentable escenario que los «turistas» (si es que se les puede llamar así) y peregrinos están dejando a su paso por la idílica aldea de Santo André de Teixido, en Cedeira. Los vecinos, con razón, están hartos, y la belleza natural del entorno se ahoga bajo una avalancha de falsa piedad y basura.
El colmo de la barbarie es la elevación de un grotesco «milladoiro» o mojón frente al santuario. Un cúmulo de piedras que, una a una, se van apiñando por la absurda necesidad individual de dejar constancia de «yo estuve aquí». Una patraña que, al multiplicarse, se convierte en un problema colectivo de dimensiones escandalosas. Tanto los «colgajos» como los montones de piedras son, lisa y llanamente, falsas costumbres inventadas que nada tienen que ver con el milenario Camino de Santiago ni con las tradiciones gallegas. La Asociación para a Defensa do Patrimonio Galego ha dado la voz de alarma, exigiendo erradicarlas.

La Plaga del «Aquí Estuve Yo»: De París a Teixido, la Misma Estupidez
Al igual que los candados que desfiguraron los puentes de París o Venecia, el turismo masificado y desinformado siempre encuentra una forma de dejar su huella destructiva. ¿Quién inició esta moda ridícula en Teixido? Nadie lo sabe, pero la imitación es un virus. «Al final uno ve que hay pañuelos colgados y dice ‘pues voy a colgar yo también, será la tradición'», confiesa un incauto visitante. Nada más lejos de la verdad. Es una práctica generada por los propios peregrinos modernos, una neotradición insalubre y sin raíces que los propios vecinos de la aldea rechazan vehementemente.
Antonio Rúa Saavedra, el párroco del santuario, se lamenta de lo que encuentra: «pañuelos, pañales, bragas de las mujeres y hasta calzoncillos». «De todo lo habido y por haber» se cuelga en las verjas y alambres de los prados del pueblo. La indignación local es palpable: «El papel se rompe y se moja, al final es una guarrada», apunta una vecina, mientras otra sentencia: «no es ninguna tradición de los antepasados, es algo que no es higiénico».
El Santuario Ultrajado: Respeto Perdido, Sacralidad Diluida
Mientras las auténticas tradiciones del santuario, como «pedir un deseo y beber de los tres caños» de la fuente, son ignoradas o desvirtuadas, los turistas se decantan por amontonar piedras en los muros de entrada a la iglesia. Una práctica ya molesta en playas de toda Galicia, que ahora contamina un espacio sagrado.
Sergio Muíño, fundador del proyecto ‘Eu fun de vivo’, que organiza visitas guiadas, lo deja claro: «No vamos a cuestionar por supuesto la fe, la creencia ni el motivo, pero sí que es verdad que pueden tener un impacto en el santuario y en el patrimonio, porque al final se amontonan en las puertas, en la arquitectura». El problema no es una piedra, sino mil piedras. «Después de ti va a haber mil piedras más», advierte.
El párroco Saavedra se ve obligado a retirar estos «recuerdos», no por el trabajo, sino por el dolor de ver cómo se desvirtúa la intención. Pero sabe que debe hacerlo. Este lugar bellísimo y sagrado no pide fotos para redes sociales ni dejar basura personal. Solo exige respeto, una cualidad que, lamentablemente, parece cada vez más ausente en ciertos visitantes. La fe sin educación cívica no es fe, es vandalismo.
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