Tras la huella de los templarios en el Camino de Santiago
Escrito por Ernesto Diaz el 17 de septiembre de 2022
España es uno de los territorios de Europa con mayor presencia de rastros de la mítica Orden del Temple. Castillos, iglesias, ermitas, lápidas con misteriosas inscripciones e historias recorren campos y ciudades y nos dan muestra de la importancia que esta orden medieval tuvo en los diferentes reinos hispánicos.
Y el antiguo Camino Francés, ramal principal de las rutas de peregrinación a Santiago, es un ejemplo de la presencia de los templarios en suelo español que, entre otros cometidos, fueron los encargados de proteger a los peregrinos que transitaban hacia Compostela en muchos tramos del Camino ya no sólo de las bandas de ladrones que transitaban por los campos y bosques, sino también de los abusos que sufrían por parte de las autoridades locales (como el cobro abusivo de Portazgos –impuestos al tránsito como los actuales peajes-, del que los peregrinos estaban exentos) o la guarda de puentes y pasos de montaña. Se calcula que durante los siglos XII y XIII unas 500.000 personas peregrinaban anualmente a Compostela (en 2016 278.000 personas hicieron el Camino).
Esta historia fascinante empezó poco después de la Primera Cruzada . El Reino cristiano de Jerusalén apenas contaba con 20 años de existencia cuando dos caballeros franceses (Hugo de Payns y Godofredo de Saint Adhemar) decidieron fundar una nueva orden religiosa y militar que tendría como principal función la defensa de las rutas de peregrinaje hacia la ciudad santa. La idea de estos dos señores fue secundada de inmediata por otros siete guerreros que fueron el germen de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo.
La incapacidad del recién creado reino para defender los caminos y las fronteras agilizó los trámites y la orden fue oficialmente reconocida en 1119 otorgándosele los terrenos que ocupaba la mezquita de Al-Aqsa como cuartel general y sede. Esta mezquita se había construido sobre la explanada del antiguo Templo de Salomón (del que hoy sólo queda el famoso Muro de las Lamentaciones), razón por la que, desde el principio, se les apodó como Caballeros del Templo o, más comúnmente, Templarios. Una vez asentados en las vías de peregrinación a Jerusalén, los templarios se expandieron por el occidente cristiano. En la Península Ibérica encontraron solar fecundo debido a dos razones fundamentales: la existencia del Camino de Santiago y la guerra contra el Islam.
FUENTE: EL DIARIO