El Camino de Santiago es la principal baza con la que juega Portomarín en Fitur 2025, pues desde la Edad Media es lugar de paso de los peregrinos que se dirigen a Santiago. Hasta allí llegaron los Caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén en el siglo XII para hacerse cargo del hospital y comenzaron la construcción de la iglesia de San Xoán, que preside la plaza de la villa. Originariamente, tenían bajo su control el puente que atravesaba el Miño y el cuidado del hospital de peregrinos, de ahí su aspecto de fortificación.
El templo, también conocido como San Nicolás es, junto a la Capela de As Neves, uno de los más visitados de la localidad. Fue uno de los varios inmuebles trasladados, piedra a piedra, por los vecinos para evitar su desaparición tras la construcción de la presa de Belesar en 1963, que inundó el viejo Portomarín. Los restos del pueblo aún son visibles hoy en día cuando el caudal del río es muy escaso. Un espectáculo entre curioso y emocionante que no deja a nadie indiferente.
Los peregrinos son, pues, parte del paisaje de una localidad que convive con ellos prácticamente todo el año.»Son nove meses a un nivel moi alto, pois é moi distinto a un destino de praia que poden ser dous», reconoce el alcalde de la localidad, Pablo Rivas, confirmando el gran tirón del Camino Francés, el más demandado y la desestacionalización del mismo, pues aunque la temporada alta sigue siendo en verano es una apuesta ya de todo el año y de todo el mundo, pues cuenta con peregrinos de muy diversos y alejados países.
Es, además, clave la importante repercusión económica que supone para la localidad, que supera ya las más de 2.500 plazas hoteleras, lo que es sinónimo de vida y ambiente y se ha conseguido que muchos peregrinos regresen como visitantes. El pasado año la iglesia de San Xoán se convirtió en el escenario de una boda entre dos jóvenes que se conocieron en la localidad cuando hacían el Camino.
Pero Portomarín es también, como recalca su alcalde, un municipio de actividades. Son muchas y variadas durante todo el año, lo que le ha permitido atraer turismo de cercanía y todos los fines de semana hay visitantes, que acuden a disfrutar del patrimonio, de las rutas por el río —otro de sus grandes y cuidados atractivos— y de su afamada gastronomía, con las anguilas y la tarta de almendra como grandes exponentes. No es casualidad que sea uno de los Pueblos Mágicos de España.
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FUENTE: EL PROGRESO